viernes, 21 de mayo de 2010

PILAS DE ESPINACAS ECOLOGICAS


Investigadores universitarios comprobaron, como Popeye en la ficción, que ese vegetal es una gran fuente de energía que puede ser utilizada en diversos dispositivos portátiles.

Quizás algún día las propiedades de las espinacas tengan mucho que aportar a la industria de cómputo, sobre todo a la de dispositivos portátiles, como a los celulares y las laptops.

Por supuesto, no se trata de un disparate ni de un historia ficticia: investigaciones del Instituto de Tecnología de la Universidad Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) han detectado que las proteínas derivadas de las espinacas pueden convertirse en energía, similar a la que proporcionan las pilas o baterías de algunos dispositivos recargables.

Teorías similares ya están siendo probadas en la Universidad de Tennessee y en el Laboratorio de Investigación de la Marina estadounidense, con el propósito de generar a futuro una industria de cómputo más ecológica (hasta ahora, la mayoría de las baterías que utilizan los dispositivos contienen plomo y no son reciclables).

Asimismo, el Instituto de Cristalografía de la Universidad de Berlín trabaja en la creación de rayos X con estos vegetales, así como el Instituto de Tecnología Alemán, que busca la forma de crear espinacas sintéticas para fines bioquímicos.


EL PODER VEGETAL





La explicación de por qué la comida preferida de Popeye puede ser utilizada para dar vida al cómputo portátil no es nueva, sus bases fueron detectadas por los investigadores alemanes Hartmut Michel, Johann Deisenhofer y Robert Huber en 1988, lo que les valió obtener el Premio Nobel de Química.

"Se sabe desde décadas que las plantas tienen la habilidad de generar energía, y una de las más eficientes es la espinaca, por sus compuestos orgánicos, su tamaño y su peso", explica Marc Baldo, uno de los ingenieros involucrados en el proyecto de MIT.

De acuerdo con Baldo, las proteínas compuestas de las espinacas, bautizadas con el nombre de Photosystem I (PSI), pueden usarse para dar energía a cosas no vivas, y son obtenidas tras cruzar, en un laboratorio, el proceso de fotosíntesis con el de reproducción molecular.

"Sé que esa explicación suena de lo más horrible e incomprensible, pero de ella depende el éxito o fracaso del proyecto, similar a lo que en algún momento resultó la idea de hacer funcionar objetos, como autos, calculadoras o el sistema eléctrico de una casa, con la energía solar", dijo.

El gran problema, hasta ahora sin resolver, es que la energía provocada por las proteínas de las espinacas requiere de agua y sal para activarse: dos elementos difíciles de conservar en un electrónico.

"Aun así, la idea resulta fascinante: en cada hoja de espinaca hay alrededor de 100 mil unidades PSI, que en energía podrían equivaler a 10 horas de vida de una pila de un celular, por ejemplo", afirmó.

Lo que sí se ha logrado, tras 15 años de investigación, es conservar activa la energía proveniente de las espinacas, sin que se transformen en otras sustancias o se descompongan, lo que significa que quizás sólo haga falta la creación de un dispositivo electrónico lo suficientemente "diferente" para que pueda alimentarse de vegetales verdes.
"El gran logro es que ya comprobamos que las baterías de espinacas sí conducen energía eléctrica, que no producen cortocircuito con el agua que contienen sus proteínas y que absorben luz hasta 12 por ciento mejor que una batería convencional", explicó.

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